lunes, 3 de diciembre de 2007

Poco y demasiado. [por José Luis García Martín]

Para conmemorar los ochenta años del año que dio nombre a la generación más famosa de la poesía española, El maquinista de la generación -una revista que parece más para mirar que para leer, aunque siempre publica cosas interesantes- invita a los poetas jóvenes a hacer balance.

El balance es desolador. Abundan quienes no han hecho los deberes y se bastan con vagos recuerdos de estudiantes poco estudiosos. Camilo de Ory expone «de manera suscinta mas no obstante detallada y de forma rigurosa» las razones por las que tuvieron «tan súbito aunque sin embargo duradero éxito» los poetas del 27: la mayoría eran «obscenamente ricos» (cita, entre otros, a Cernuda y Altolaguirre); buena parte de ellos «eran homosexuales e incapaces por completo de disimularlo» (cita, además de a Aleixandre, a Gerardo Diego que, si lo era, lo disimuló tan bien que ni él mismo se enteró); la muerte de algunos «contribuyó de manera decisiva a que alcanzaran el estatus de mito que hoy disfrutan» (lo ejemplifica con Hinojosa).

María Eloy-García comienza comparando a Guillermo de Torre con Picasso («porque ambos me parecen unos artistas cuya revolución reside más en la técnica que en la estética desde mi punto de vista») y luego trata de ampliar la nómina: «¿Pueden ser Rogelio Buendía, Eugenio Montes, Pedro Raída, Eliodoro Puche o César A. Comet poetas de la Generación del 27? Si lo son por edad y por apuesta contemporánea ¿por qué no se les reconoce? ¿es una cuestión de calidad?» (Por supuesto, María).
Para David Leo García, Aleixandre «no es solo el mejor poeta del 27, sino el mayor de España en el pasado siglo, solo seguido de cerca por Juan Ramón y Claudio». ¿Qué le hace destacar? «Crear una atmósfera arrebatadora» con palabras como "la conjunción ?no?, consecuencia de la continua presencia de la negación en la vida de Vicente». Y cita el verso: «ese aire que no mueve unas hojas no verdes». Lo de menos es que considere conjunción al adverbio «no».

Andrés Neuman recurre al ingenio y nos ofrece «27 caprichos sobre el 27»: «Como poeta, a Gerardo Diego le interesaban la mística y los chismes. ¿Cómo negarle la universalidad?» Pues la mística le interesaba más a Prados, los chismes a Salinas (léanse sus cartas) y la universalidad al único al que nadie se la niega es a Lorca. Poco dicen del 27 -con raras excepciones- estos jóvenes poetas y mucho sobre sí mismos. Demasiado.


1 comentario:

José Mari dijo...

Este 27 cansino. ¿NO hay nada más allá de estos poetas? La Univesidad Española está atascada en este período. La historia de la literatura española parece terminar aquí. Antologías y más antologías... Teniendo en cuenta cómo funcionan hoy los círculos poéticos, la grandiosidad de cualquier generación está en entredicho. ¿Estos eran también amiguetes? ¿Por qué el 27 y no nombres propios?