Correr entre la gente, pensó ella. Correr sin parar contra la marea de caras sin rostro y almas sin corazón, con sus bolsas repletas y sus vidas vacías…tan solo jugar a pillar entre los recodos de la multitud, pequeñas e intangibles figuras enmascaradas…
No quería estar allí, y ahora, quería sentir el frío, tener el aire entrecortado aprisionado en sus pulmones, respirar fuerte, esconderse, apurar las horas de luz y conseguir retener el segundo.
Pero estaba comprando cosas que no necesitaba, con gente de la que tenía miedo de despedirse. El miedo a ser franca y a decirles que esta era su última navidad le impedía disfrutar de los pocos manojos de energía que le quedaban.
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